Mamoru despierta poco a poco mientras nota un ligero dolor de cabeza. Le toma unos segundos darse cuenta de dónde está, recordando todo lo acontecido el día anterior.
Mamoru: “He dormido como un muerto, aunque noto cierto dolor punzante en la cabeza, supongo que tomamos unas cuantas cervezas de más... ¡Bueno, voy abajo a desayunar, hoy me espera mi primera misión!”
Mamoru se viste rápidamente y se encamina fuera de la habitación. Bajando las escaleras, se encuentra con que todos los miembros del clan ya están en la mesa, empezando a desayunar un menú con muy buena pinta. Algunos de ellos saludan con la mano a Mamoru mientras que Alexei se gira hacia él.
Alexei: “¡Buenos días, Mamoru!”
Al tiempo, le hace un gesto para que se acerque. Mamoru se apresura a sentarse en una silla vacía, y tan pronto toma asiento, Alexei comienza a hablar para todos.
Alexei: “He encargado una misión sencilla, para que Mamoru vaya entrenando. Se trata de limpiar de monstruos una villa cercana. En esta misión participaremos yo, Etsu, Yamato y Mamoru. Arietti y Mei se encargarán de la misión de exploración en las montañas del norte, mientras que Ryûnosuke estará en el cuartel secreto, recopilando información y vigilando las actividades del gobierno.”
Tras recibir la información de Alexei, el grupo termina de desayunar y, cuando todos han acabado, se encaminan fuera de la posada. Ryûnosuke es el primero en separarse del grupo para ir a ocuparse de sus tareas. El resto continúan andando, y cerca de la plaza del mercado, tanto Arietti como Mei se despiden del resto y parten para la salida del pueblo. Mamoru sigue al resto del grupo hasta un puesto cercano.
Alexei: “Mamoru, como en nuestra misión vamos a enfrentarnos a un combate directo, es recomendable aprovisionarse como es debido. Vamos a comprar algunos remedios a este mercader, siempre nos hace buenos precios, recuérdalo cuando sea tu turno de hacerlo en un futuro.”
Después de una breve charla entre el tendero y Alexei, este saca unas monedas y se las da al mercader, tras lo cual, se quita un pequeño y elegante zurrón que llevaba atado a la cintura y comienza a llenarlo con las provisiones que le entrega el mercader. Después, vuelve a atarse el zurrón mientras se encamina de vuelta al grupo.
Alexei: “Ya está todo listo. Ahora debemos salir de la aldea y dirigirnos al este, donde se encuentra una villa llamada ‘La Gallina Colorada’, allí nos espera el contacto de nuestra misión. ¡Pongámonos en marcha!”
El clan, capitaneado por Alexei, pone rumbo a las afueras de la ciudad. Tras atravesar las puertas, giran hacia la izquierda siguiendo un pequeño sendero que serpentea ligeramente hasta desembocar en un riachuelo. Cruzan un pequeño puente de madera en muy buenas condiciones para atravesarlo y retoman el sendero, esta vez más difuminado y parcialmente oculto por algunas zonas de hierba.
Mamoru logra divisar, a lo lejos, una pequeña aldea rodeada por un bonito bosque. El camino vuelve a parecer más marcado a medida que se acercan a la villa, y empieza a dar un giro más brusco hacia el norte.
Cuando el grupo llega a la entrada del pueblo, un miliciano haciendo las veces de guardia se acerca al grupo.
Miliciano: “Buen día, caballeros. Siento molestarles, pero el alcalde ha dado la orden de advertir a todo visitante acerca de los recientes ataques de monstruos. Por su seguridad, tengan mucho cuidado y estén alerta.”
Alexei: “Buen día a usted también, buen hombre. Le doy las gracias por su advertencia, pero debo comunicarle que ha sido el propio alcalde quien nos ha contratado para encargarnos del problema.”
Miliciano: “¡Oh, así que son ustedes los mercenarios!”
Alexei: “Bueno… Podría decirse así, aunque preferimos que nos llamen ‘clan’.”
Miliciano: “Claro… Bueno, en ese caso, diríjanse a la alcaldía, es el edificio más grande del pueblo y está al norte, no tiene mucha pérdida.”
Alexei: “Gracias, y por favor, avísenos si divisa a los monstruos.”
Miliciano: “No se preocupen, tenemos guardias apostados también en la salida del bosque, al norte, estamos preparados para dar la voz de alarma tan pronto veamos algo.”
Tras la charla, Alexei y los demás se encaminan a la alcaldía. Por el camino, Mamoru se fija en que la villa no es más que un conjunto de casas un tanto separadas entre sí, y cada una con su propia granja o huerto particular. Los aldeanos parecen atareados con sus quehaceres y hay buen ambiente a la par que sencillo.
El edificio de la alcaldía, pese a ser el más grande de la villa, no es para nada ostentoso. Es igual de sencillo que el resto de edificios del lugar, todos hechos de madera, salvo que este tiene un tejado de ladrillos y una planta más. Al entrar, un hombre ve al grupo y se levanta apresuradamente de su escritorio, acercándose rápidamente.
Alcalde: “Buenos días, señores, ustedes deben ser uno de esos clanes de mercenarios que solicité.”
Alexei: “Buen día, así es, cuéntenos más detalles sobre el problema.”
Alcalde: “Pues verán, últimamente hemos tenido problemas con unas pequeñas bestias que aparecen en grandes grupos y se dedican a comerse todo lo que encuentran en las granjas de los aldeanos. Aparte de eso, causan un gran destrozo por donde pasan. Nunca han herido a nadie ya que no tratan de entrar en las casas, donde la gente consigue refugiarse del ataque, pero la situación empieza a ser insostenible para las cosechas ya que son nuestro principal sustento.”
Alexei: “No se preocupe, nos encargaremos de ellos.”
Alcalde: “Suelen aparecer durante la mañana, comen y se van, pero hasta que aparezcan, por favor, pónganse cómod…”
Antes de que el alcalde consiguiera terminar su frase, comienzan a oirse gritos fuera.
Aldeano: “¡Los monstruos han vuelto, dad la alarma!”
Alexei: “¡Afuera y preparaos para luchar! ¡Mantened la posición e impedid que lleguen a las granjas!”
El clan saca sus armas y se apresura a la salida norte del pueblo. Varios grupos de pequeñas bestias comienzan a salir de la arboleda norte, y Alexei hace un gesto para que el grupo le siga y contengan a los monstruos en la salida.
Repentinamente, Yamato se lleva su hoja a la boca, mordiéndola y sosteniéndola con sus dientes, tras lo cuál, se abalanza al suelo a cuatro patas y carga como un auténtico lobo hambriento contra su presa, echando adelante a Alexei y siendo el primero en alcanzar al primer grupo de monstruos. Cuando llega a ellos, ataca al primero con sus garras y lo destroza en un segundo. Acto seguido, se pone en pie, vuelve a coger su hoja, y arremete contra otro monstruo, despachándolo de una sola cuchillada.
En ese momento, Alexei, Etsu y Mamoru, consiguen llegar a la batalla, y tanto Alexei como Etsu comienzan a despachar enemigos, aunque no al ritmo visceral de Yamato.
Mamoru permanece a la refriega, pero un par de monstruos consiguen atravesar la batalla y se dirigen hacia la granja más cercana.
Alexei: “¡Mamoru, córtales el paso!”
Tras un segundo, Mamoru sale de su ensimismamiento y se apresura a cortarles el paso a los enemigos. Las bestias, al sentirse amenazadas, tratan de rodear al joven para atacarle, pero este se adelanta a una de ellas y consigue asestarle una rápida aunque torpe estocada, que afortunadamente es suficiente para matar a la bestia. Pero rápidamente, el otro enemigo se abalanza sobre Mamoru, y este en un ademán de protegerse, cae al suelo con la pequeña bestia encima, tratando de quitársela de encima. Por suerte, la criatura no pesa demasiado y logra apartarla de un buen empujón. Entonces, Mamoru se levanta lo más rápido posible, pero la bestia vuelve a intentar abalanzarse sobre él. Esta vez el chico logra reaccionar rápidamente y asesta un contundente corte a la bestia mientras esta está todavía en el aire, acabando con ella en el acto.
Otro grupo de monstruos comienza a salir del bosque, dividiéndose en dos para tratar de asaltar dos plantaciones a la vez. En ese momento, Alexei asesta el último espadazo a la última bestia del primer grupo, y al levantar la cabeza ve a los nuevos enemigos.
Etsu: “¡Arrrggg! ¡Están por todas partes!”
Alexei: “¡Atención compañeros, separáos! ¡Yamato, conmigo! ¡Mamoru, únete a Etsu y encargáos del otro grupo de enemigos!”
Tan pronto oye a Alexei, Mamoru se apresura a reunirse con Etsu mientras este trata de cortar el paso a las bestias. El joven se sorprende al ver a Etsu, con su imponente tamaño, combatir a cuatro bestias al mismo tiempo sin que estas consigan hacer que se tambalee. Viendo a Etsu, Mamoru coge fuerzas suficientes para lanzarse contra las dos bestias restantes, cogiendo a una de ellas por sorpresa de camino a los cultivos, y despachándola de un tajo sin mayores problemas. Al ver esto, la bestia restante se lanza contra Mamoru, pero este se adelanta e inclina su espada hacia el ángulo por el que viene su enemigo y lo ensarta sin más, acabando con él en el acto.
Tras sacar a la pequeña bestia de su filo, Mamoru se gira y ve que a Etsu solamente le queda un enemigo, al cual tampoco tarda en despachar. Al mismo tiempo, se escuha un rugido bastante más fuerte que el de las pequeñas bestias, y una de un tamaño mucho mayor sale de entre los árboles, acompañada de otra horda de pequeñas criaturas.
Los enemigos más pequeños se lanzan rápidamente contra Alexei y Yamato, con intención de ayudar a sus compañeros que aún combaten. La bestia grande carga contra Etsu y Mamoru.
Etsu: “¡Chaval, quédate junto a mí y acabemos con esto de una vez! ¡Lo estás haciendo de fábula!”.
Pero aunque Mamoru se siente complacido y un tanto animado por las palabras de Etsu, su hoja no deja de temblar entre sus manos a medida que la gran bestia se aproxima.
Etsu: “¡Mira chaval, primero yo le daré un buen mamporro y trataré de derribarla e impedir que se levante, pero tú debes estar rápido y asestarle una buena estocada bajo su cuello!”
Mamoru: “¡De… de acuerdo!”
Sin más preámbulos, Etsu se lanza para contrarrestar la carga de la bestia, y tras escucharse un estruendoso golpe, Etsu agarra con sus propias manos la cabeza de la bestia, la cual ahora yace en el suelo.
Etsu: “¡AHORA, CHICO!”
Mamoru consigue reaccionar y carga contra la bestia, apuntando con cuidado a su cuello lanza una estocada con todas sus fuerzas, echando todo su cuerpo sobre la espada, la cuál impacta de lleno en el enemigo, el cual profiere un desgarrador rugido y deja de moverse al instante.
Etsu: “¡Así se hace, muchacho! ¡JAJAJA!”
Mientras tanto, Yamato y Alexei despachan ferozmente a sus oponentes mientras las pocas bestias restantes huyen despavoridas hacia la espesura del bosque tras contemplar la muerte de su líder.
Tras esto, el grupo se reúne.
Alexei: “Hemos hecho un gran trabajo aquí. Creo que nos hemos ganado una recompensa y un más aún merecido descanso.”
Tras estas palabras, los aldeanos empiezan a salir de sus casas, y el alcalde acude presto a felicitar y agradecer al grupo por la hazaña.
Finalmente, el grupo parte de la villa rumbo a la taberna. Un tranquilo viaje les espera hasta la misma. A su llegada a la taberna, el grupo toma asiento mientras Alexei se encarga de cobrar la recompensa de manos del posadero y de paso encargar unas cuantas bebidas.
Etsu: “¡BRINDEMOS! ¡Por nuestro último éxito y el gran primer triunfo de Mamoru!”
Alexei: “¡Salud!”
Todos beben de sus jarras.
Alexei: “Caballeros, esta misión nos ha reportado la suma de 1.000 monedas de Oro. ¡Buen trabajo!”
A mitad de la conversación aparecen Arietti y Mei por la puerta. Tan pronto localizan al grupo se acercan a la mesa para tomar asiento.
Etsu: “¡Hombre, por fin, mis bellísimas damas! Sentaos y contadnos vuestras hazañas, ¡JAJAJA!”
Mei: “¿Ya estás borracho, maldito maleducado?”
Etsu: “¡Aún no, corazón, pero dame cinco minutos!”
Arietti: “La misión ha sido un éxito, hemos localizado al dragón.”
Alexei: “Si es así, tal vez debamos esperar a Ryûnosuke para desarrollar una estrategia.”
Mei: “¿A vosotros qué tal os ha ido, queridos? ¡Veo que el chico sigue de una pieza!”
Etsu: “¡Este tipo es duro de pelar, tendrías que haberlo visto repartir leña, Mei! ¡Seguro que te habrías quedado prendada! ¡JAJAJA!”
Mei: “¡Te voy a dar yo a ti prenda, gañán!”
Mei propina un buen coscorrón a Etsu, y este lleva rápidamente su mano a la cabeza para rascarse donde ha recibido el golpe.
Etsu: “¡Au, Mei, eso ha dolido más que los ataques de los monstruos que acabamos de derrotar!”
Mei: “¡Te aguantas!”
En ese momento, entra por la puerta Ryûnosuke, se dirige a la mesa tomando asiento y comienza a hablar.
Ryûnosuke: “Alexei, he estado investigando los últimos movimientos del gobierno. Al parecer, han dado la orden a la guardia de la ciudad de busca y captura de Mamoru, habrá que reforzar la protección para con el chico.”
Alexei: “¡Vaya! Pues será mejor que no lo vean solo o tratarán de detenerlo, siempre que vaya con alguien del clan evitarán un conflicto abierto, al fin y al cabo, los clanes cuentan con protección oficial en cada ciudad. Por otra parte, Mei y Arietti han descubierto la ubicación del dragón cuya recompensa está tan bien pagada, debemos idear una estrategia cuanto antes, no sea que se nos vaya a adelantar otro clan y nos quedemos a dos velas. Arietti, Ryûnosuke y Yamato, nosotros cuatro nos encargaremos de esa bestia. Etsu y Mei, a vosotros os encargo la protección y entrenamiento de Mamoru, no estaría de más que aprendiera tanto las artes del combate como las artes mágicas, y vosotros sois las personas idóneas para ser sus maestros.”
Etsu: “¡Oído, capitán! ¡Chaval, si no me decepcionas en el entrenamiento, me parece que tú y yo nos vamos a llevar pero que muy bien, JAJAJA! ¡Conozco un sitio genial para entrenar! Saliendo del pueblo, al suroeste hay un parquecito con un gran árbol en medio. ¡Ahí iremos, es el sitio perfecto!”
Mei: “Espero que sepas comportarte delante del muchacho, gamberro.”
Etsu: “¡Vamos Mei, sabes de sobra que seré un gran maestro! ¡JAJAJA!”
Mei: “En fin…”
Tras una magnífica cena con mucha bebida de por medio, el grupo se retira a sus habitaciones por el resto de la noche.
Al día siguiente, Mamoru despierta y baja al salón de la taberna. Al encontrarse en la mesa solamente a Etsu y a Mei, comprende que el resto del clan ya ha partido hacia su misión, por lo que tras un suculento desayuno, el chico está listo para ponerse a entrenar.
Etsu guía a Mei y Mamoru al lugar de entrenamiento. Es un pequeño y bonito parque con unos cuantos bancos, un pequeño lago y un solitario gran árbol en medio.
Etsu: “¡Bien chaval, aquí es! ¡Trataré de no ser muy duro contigo, no te preocupes, pero quiero que tú me ataques con todas tus fuerzas!”
Mamoru: “Lo… ¡Lo intentaré, Etsu!”
Empieza el combate de entrenamiento. Mamoru intenta golpear a Etsu con su nueva espada de entrenamiento, pero este logra agarrar el brazo de Mamoru y derribarlo sin apenas esfuerzo.
Etsu: “¿Es todo lo que sabes hacer? ¡OTRA VEZ!”
Mamoru vuelve a cargar contra Etsu, pero esta vez bloquea su ataque y de un empujón logra tirarlo al suelo de nuevo.
Etsu: “¡Mira chaval, con fuerza bruta a mí no me ganarás, necesitas técnica! Voy a enseñarte una técnica para esquivar mis derribos, trata de emplearla contra mí.”
Tras esto, Etsu explica a Mamoru unos cuantos trucos para evitar ser derribado. Mamoru atiende como un buen alumno atendería a su maestro, y rápidamente empieza a poner en práctica lo aprendido. Tras unos cuantos intentos más, el chico empieza a cogerle el truco y ya está resistiendo más tiempo sin que Etsu le tire al suelo.
El entrenamiento se alarga hasta medio día, y en ese momento, Etsu propina un golpe demasiado fuerte a Mamoru, que cae rodando al suelo.
Etsu: “¡Ey chaval! ¡¿Estás bien?! ¡Igual me he pasado un poco!”
Mamoru: “¡Ag…! No… No es problema, Etsu, estoy perfectamente, puedo continuar con el entrenamiento.”
Etsu: ¡JAJAJA! ¡Así se habla, sabía que no me decepcionarías, chaval! Pero escucha, creo que te limitas a repetir la misma táctica: defenderte y atacar. Creo que es hora de que aprendas habilidades de combate más avanzadas. ¡Presta atención, voy a enseñarte un movimiento más avanzado, quiero que lo uses contra mí y esta vez me derrotes! ¡¿Queda claro?!”
Mamoru: “¡Entendido, Etsu!”
Etsu pasa un rato instruyendo a Mamoru en técnicas para desarmar a su oponente. Tras aprender lo necesario, el entrenamiento se reanuda, y no es hasta bien entrada la hora de comer que Mamoru consigue desarmar a Etsu.
Etsu: “¡Jeje…je…! ¡Has estado genial, chavalote! ¡Te has ganado unas birras en la taberna, yo invito! ¡JAJAJA!”
Mamoru: “Gracias Etsu… uf… estoy agotado…”
Mei: “Bien… Ahora que los hombres se han cansado de demostrar su lado más animal, es hora del entrenamiento de la mente. Pero, como no soy tan bruta como este zopenco grandullón, primero vamos a la taberna para que repongas fuerzas, cielo, pues debes estar totalmente despejado para lo que tengo que enseñarte.”
El grupo se dirige de nuevo a la taberna. Tan pronto entran por la puerta, Etsu comienza a dar voces al posadero para que les sirva. Mamoru devora su comida como si hiciera días que no probaba bocado. Tras una buena comida, Mei se dispone a reanudar el entrenamiento de Mamoru, pero se da cuenta de que Etsu se ha quedado completamente dormido tras beberse tres jarras de cerveza y pegarse un atracón mayor que el de Mamoru y Mei juntos.
Mei: “Mírale… Es un completo desastre… En fin mira, tanto mejor, prefería estar a solas contigo para lo que tengo que enseñarte, encanto.”
Mamoru sale de la taberna un tanto nervioso por las palabras de Mei, y también por su presencia en sí. Mei es una dama muy misteriosa, no podría decirse que fuera una jovenzuela, pero tampoco para nada mayor, no podría decirse que fuera una dama indecorosa, pero sí bastante exuberante, tampoco podría afirmarse que su presencia incomodase, pero sí que desprendía un cierto aura de intranquilidad, y lo más extraño de todo, no podría decirse que no fuera humana, pero tampoco lo contrario.
Mei: “Sé lo que llevas rato preguntándote, cielo, o más bien días, desde que nos conocimos.”
Mamoru: “Yo… esto…”
Mei: “Tranquilo, no me como a nadie querido, no eres la primera persona que se turba al conocerme. Pero descuida, de todo lo que te hayas estado preguntando, te aseguro que nada es cierto. Simplemente, soy una maga, y los magos podemos llegar a resultar un tanto extraños para los que no lo son.”
Mamoru: “Es que… nunca había conocido a ninguno… Perdona si te he molestado.”
Mei: “Al contrario, tesoro, de hecho lo que más debe hacer un practicante de la magia es preguntarse cosas y albergar dudas. Voy a pedirte un favor: quiero que me hagas la primera pregunta que te esté rondando la cabeza, sin pensar.”
Mamoru: “¿Eres… humana?”
Mei: “Es una muy buena pregunta, compleja de explicar y entender, pero allá voy. Hay dos formas de dominar la magia en este mundo, la primera es naciendo con ella, y la segunda es aprendiéndola tal y como quiero que hagas tú. Por supuesto, la primera es la más rápida, sencilla y poderosa a la larga, y yo, soy de ese primer grupo.”
Mamoru: “Vaya… La verdad es que no sé absolutamente nada de este mundo.”
Mei: El caso es que, mediante la magia, se puede cambiar la apariencia por completo, e incluso transformarse en animales. Sin embargo, los que nacemos con ella, denominados magos, al no poder controlarla desde el principio, nuestra apariencia cambia a razón de nuestro estado de ánimo, por eso ningún mago sabrá decirte si nació humano o no, aunque pueda cambiar su apariencia a voluntad una vez dominado su poder.”
Mamoru: “Así que… decidiste, simplemente, ser así, tal como eres ahora, y de ahí ese aura tan… misteriosa que te caracteriza, por la magia.”
Mei: “¡Así es! Y te agradezco mucho que me hayas hablado con franqueza, casi nadie lo hace por temor, y a veces es algo triste.”
Tras la agradable charla, Mamoru y Mei llegan al parque.
Mei: “Bueno, cielo, aquí estamos. Te seré sincera, no es fácil dominar la magia para quien no ha nacido con ella, pero para nada es imposible. Lo primero que debe alcanzar cualquier practicante de magia es el conocimiento, por lo tanto, nuestro entrenamiento ya comenzó tan pronto salimos de la posada y empezaste a hacerte preguntas. Ahora, quiero que entiendas la esencia de las cosas, así podrás conectarte con su poder y tomarlo prestado para tus designios.”
Mei señala el gran árbol del parque.
Mei: “Quiero que trates de entender a este árbol, que comprendas no solo de qué está formado, y cómo funciona su vida, sino su historia, su importancia en el mundo y, cuando entiendas esto, empezarás a conectar con su magia. Para ello, yo te haré preguntas, y tú me darás las respuestas y me formularás más preguntas sobre él.”
Tras pasar toda la tarde intentando desentrañar los misterios del gran árbol, Mamoru empieza a encontrarse mentalmente muy fatigado como para seguir. Tras notarlo, Mei decide terminar con el entrenamiento y ambos se encaminan de nuevo a la posada.
Mientras tanto, Alexei y su grupo se encuentran en el desfiladero al noroeste de la ciudad. Es aquí donde, según la información del tabernero, un imponente dragón asalta de cuando en cuando a los desventurados transeúntes que tratan de cruzar a la capital. Fueron Arietti y Mei las que descubrieron la ubicación exacta de la guarida del dragón, y ahora, Alexei y los demás tratan de darle caza.
Ryûnosuke: “Ahí está. ¿Repasamos el plan?”
Alexei: “Arietti, debes encargarte de encontrar una buena posición para disparar tu arco con la intención de causarle ceguera. Eso haría que errara sus ataques, pues pueden resultar mortales. Ryûnosuke, una vez el dragón esté aturdido, deberías usar tu agilidad para tratar de llegar a su cabeza con tu lanza y causarle daños críticos. Yamato, tú y yo debemos cubrir a Arietti y Ryûnosuke usando todas nuestras habilidades, y aprovechar cuando esté inconsciente para dar el golpe final. ¿Entendido?”
Todos: “¡Entendido!”
Alexei: “¡Arietti, comienza!”
Arietti toma una posición ventajosa más alta mientras el resto intentan rodear al dragón sigilosamente mientras esperan la flecha cegadora de Arietti. Cuando ya están cerca del dragón, este comienza a olfatear alrededor en busca de sus presas, pero una rápida flecha de Arietti impacta directamente en el ojo derecho de la bestia, la cual profiere un grito desgarrador.
En ese momento, Arietti baja de un salto de su privilegiada posición, tratando de buscar otro flanco para inutilizar el ojo derecho de la criatura. El dragón se lanza al ataque mientras los tres compañeros tratan de cubrir a Arietti. Para ello, Ryûnosuke se agacha unos instantes para coger impulso, y da un espectacular salto para impactar sobre la espalda del dragón. Tras el golpe, el dragón enfurecido lanza una llamarada directa a Alexei y Yamato, pero Alexei logra ponerse delante de Yamato y convocar una pequeña barrera protectora que desvía la llamarada por encima de sus cabezas y sus laterales.
En esos instantes, Arietti trata de escalar un risco para intentar acertar al dragón en su ojo izquierdo, antes de que comprenda que con su fuego no conseguirá gran cosa y pase a usar sus mortales mandíbulas o garras.
Repentinamente, el dragón empieza a tambalearse, tratando de deshacerse de Ryônosuke, el cuál intenta llegar a la cabeza del dragón. Al ver esto, Yamato se abalanza hacia una de las garras del dragón para tratar de que se centre en él y Ryônosuke pueda hacer su trabajo. Yamato clava sus zarpas y colmillos en la pata delantera derecha del dragón, el cual profiere un nuevo y desgarrador gruñido, y trata de llegar sin éxito con sus fauces y su garra izquierda a Yamato para quitárselo.
Mientras Ryônosuke prosigue su escalada a la cabeza del dragón, Arietti consigue posicionarse y se prepara para disparar una nueva flecha. Contiene su respiración un instante antes de disparar y la flecha sale silbando hacia el ojo izquierdo del dragón, pero este mueve lo suficiente la cabeza en otro intento de quitarse de encima a Yamato como para que la flecha no impacte de lleno en su ojo, sino en su sien, lo cuál apenas hace efecto contra sus resistentes escamas.
En ese momento, el dragón lanza su zarpa directamente hacia Yamato, pero Alexei se adelanta y pone una barrera protectora a Yamato, el cuál sale despedido por el zarpazo y cae rodando por el suelo, pero gracias a la barrera consigue levantarse rápidamente sin daños mayores.
Aprovechando la momentánea distracción de la bestia, Ryônosuke consigue dar otro salto lo suficientemente preciso como para terminar el recorrido hacia la cabeza del dragón, cayendo con la punta de su lanza por delante, lo suficientemente fuerte como para atravesar un poco la coraza de escamas del enemigo y hacer que su cabeza golpee el suelo.
Alexei: “¡Arietti, ahora!”
Arietti consigue reaccionar y dispara una certera flecha que impacta directamente en el ojo de la criatura. Esta sube la cabeza mientras da un desgarrador grito, haciendo que Ryônosuke resbale hasta caer al suelo. En ese momento, Yamato aprovecha y se lanza hacia el cuello desprotegido del dragón, hincando sus garras de la mano izquierda y sus fauces, mientras con la mano derecha saca su hoja y se la clava en la garganta a la bestia.
El dragón eleva todo su cuerpo con la intención de sacudirse a su atacante, profiriendo gritos sin cesar. Alexei está atento y rápidamente carga contra el desprotegido abdomen de la criatura, y clava su larga espada donde acaba el cuello y empieza el abdomen del dragón, y sin parar de correr continúa cortando todo su abdomen a la carrera, hasta salir por uno de los lados antes de que la criatura se desplome encima suyo. Tras esto, el dragón cae abatido sobre su propia sangre, y Yamato se descuelga fácilmente de la garganta de la criatura, ahora muy cerca del suelo.
Arietti baja precipitadamente de su posición, y Ryônosuke se levanta un tanto aturdido y se acerca a Alexei y Yamato.
Alexei: “¡Habéis estado increíbles! Esta misión nos va a dar para comer tranquilamente durante un tiempo. ¡Volvamos a la taberna para celebrarlo como es debido!”
Alexei y los demás parten de regreso al pueblo, con una escama del dragón como trofeo y prueba de su muerte. Al llegar a la taberna, se reúnen con el resto del clan, que ya se preparan para cenar.
Mei: “Os habéis retrasado. ¿Ha ido todo bien?”
Alexei: “Sin mayores problemas, un bicho duro, pero al final vencimos. Ahora llega lo mejor, la recompensa.”
Mamoru: “¿Estáis todos bien, verdad?”
Arietti: “¡Sin problemas! ¿Qué te pensabas?”
Mei: “El chico es un encanto, ha estado todo el rato preocupado por vosotros.”
Alexei: “A propósito, ¿qué tal vosotros con el entrenamiento?”
Etsu: “¡Sin problemas, este chico es una fiera! ¡JAJAJA!”
Alexei: “Me alegra oír eso. Por esta noche descansaremos. Voy a encargar la cena para el resto de nosotros y de paso a reclamar la recompensa de la misión.”
Alexei se levanta y rápidamente acude a hablar con el tabernero. Este mete una mano debajo de la barra y saca una bolsa aparentemente llena de monedas.
Posadero: “Aquí tiene, caballero, 5.000 monedas de oro tal como acordamos.”
Alexei: “Un placer, como siempre.”
Alexei retorna a la mesa y se une a los demás. Tras una gran cena, parte del grupo se retira a dormir, excepto Etsu que aprovecha para volver a emborracharse y tratar de seducir a cualquier dama que se le ponga por delante, pues esa noche la taberna estaba concurrida. Mamoru repara en que Yamato parece estar durmiendo en su silla, pero se fija en que incluso así parece estar alerta ante cualquier peligro. Los demás están durmiendo arriba.
Mamoru decide no interponerse ni en el sueño de el peligroso Yamato, ni en los patéticos intentos de ligoteo de Etsu, y sube las escaleras dispuesto a dormir toda la noche. Cuando llega arriba, escucha unas voces que provienen del fondo del pasillo, y al girar la esquina descubre que son Alexei y Arietti. Mamoru decide esperar y escuchar parte de la conversación.
Alexei: “Arietti, no trasnoches, deberías ir ya a dormir, mañana tenemos una misión importante.”
Arietti: “Solamente quería hablar a solas contigo sobre Mamoru. ¿De veras crees que debería quedarse aquí solo? Yo aún lo veo muy verde como para defenderse si llegara a pasar algo, además, tú mismo dijiste que mientras estuviera siempre con alguien no debería…”
Alexei: “Tranquila, hemos implantado un sistema de protección dentro de la taberna. Mamoru no debería ser visible en los monitores de nuestros enemigos aquí dentro. Además, Etsu dice que ha mejorado mucho en apenas una sesión de entrenamiento, confío en su criterio.”
Arietti: “Está bien, no puedo evitar preocuparme… Pero confío en ti más que en nadie.”
Alexei: “Es normal que te preocupes así, tú le salvaste la vida al fin y al cabo. Eso crea un vínculo. Además, tú siempre has querido proteger a los demás, desde niña…”
Arietti: “¿Aún lo recuerdas?”
Alexei: “¿Los primeros tiempos del clan? Por supuesto, eso no se olvida.”
Arietti: “Claro… el clan…”
Alexei: “Bueno, yo me retiro ya. Recuerda: no trasnoches demasiado.”
Mamoru observa desde su escondite a Alexi retirarse a su habitación. En este momento, el joven se asoma al pasillo y se topa a medio camino con Arietti, quien ni siquiera repara en él.
Mamoru: “¿Cómo estás?”
Arietti: “Ah… Mamoru… Perdona, estaba perdida en mis pensamientos.”
Mamoru: “¿No tienes sueño?”
Aietty: “La verdad… no mucho. Cuando estoy preocupada no duermo bien, y prefiero no estar dando vueltas en la cama, iba a bajar de nuevo.”
Mamoru: “¿Necesitas hablar? No me importa escucharte un rato antes de dormir.”
Arietti: “Bueno… la verdad me vendría bien contarlo. Es Alexei, siento que no me escucha cuando le hablo… o más bien no entiende mis sentimientos. Él me preocupa, antes no era tan altivo ni se enfrentaba al peligro de forma tan imprudente. No aceptaba misiones tan peligrosas como la que hemos enfrentado hoy… o la que nos tocará enfrentar mañana.”
Mamoru: “Entiendo… Algo he oído de una misión de mañana, ¿de verdad es tan peligrosa?”
Arietti: “Lo es. De hecho, Alexei requiere a todo el clan para ella. Normalmente solo vamos en grupos de, como máximo, 4 miembros. Creo que se está arriesgando demasiado, y sé que es por obtener más dinero para financiar sus investigaciones contra el gobierno opresor de tu mundo.”
Mamoru: “Ya veo…”
Arietti: “Oh, no me malinterpretes, sé que hace lo correcto, y lo apoyo. Pero tal vez debería tomárselo con más calma. ¿Y si alguien resultase herido? Yo no soportaría una pérdida más…”
Mamoru: “¿Una pérdida más? ¿Has perdido a alguien antes?”
Arietti: “Yo… lo siento, no me apetece hablar de ese tema ahora…”
Mamoru: “Entiendo… Siento que estés pasando por todo esto, tal vez si intentaras hablar con él de otra manera, con más tiempo…”
Arietti: “Lo intento… pero se muestra tan distante últimamente…”
Mamoru: “Siento no poder hacer más… Ojalá fuera más fuerte para poder ayudaros mejor, siento que estorbo en el clan.”
Arietti: “¡No, para nada! ¡Sácate eso de la cabeza!”
Mamoru: “Si tú lo dices…”
Arietti: “Bueno, creo que es mejor que me vaya a dormir, abajo no creo que vaya a encontrar precisamente buena compañía a estas horas. En serio, gracias, me has ayudado a sentirme mejor. Buenas noches, Mamoru.”
Mamoru: “Descansa, Arietti.”
Tras esta pequeña charla, Arietti se retira a su habitación. Mamoru se queda unos instantes dándole vueltas a la conversación con Arietti, pensando especialmente en las referencias a su pasado, pero comprendiendo que no puede hacer más, decide retirarse también a dormir.