Hace tiempo escribí los siguientes textos, me gustaría compartirlos de nuevo, están en otros foros pero parece que ya nadie los frecuenta.
Amiga
Me gustaría ser como el viento, libre y sin ataduras,
viajar por donde quisiera y contemplar el dulce movimiento de tus cabellos
con mis caricias ligeras, revolotear como mariposas en tus pensamientos,
saber que aun estoy en tus sueños, que las lagrimas no son mas que de los buenos momentos,
que tu corazón vuela, palpita buscándome en el cielo.
Me gustaría poder ver el brillo de tus ojos, conocer tu sonrisa, ser cómplice de ella,
saber que estas contenta cuando llego.
Ya sea en palabras, o en pensamientos me agrada la idea de que alegro tus gestos.
Quizás no leo tus ideas, ni provoco tus sentimientos, pero duermo tranquilo al saber que te quiero.
Mascara
Dando un salto al vació encontré
lo que tanto tiempo me hizo falta
y que nunca tuve , lo busqué
pero sin éxitos ni tampoco meta
Mis pensamientos se adieren a la vida
que aun me queda, sin esperanza
sin poder encontrar una salida
busco la luz no que no me alcanza
Para ver mi corazón atravesado por una espada
mi mente por una mentira, sin cara que abraza
los recuerdos de lo fui y ya se extinguen.
Campanadas de media noche
Un cuervo eleva el vuelo, se ve en la espesura del bosque el resplandecer de su cuerpo,
la luna esta triste no se, no preciso, no recuerdo.
La hora se acerca espero despierto, las campanadas que me traen aliento,
no se si ya fui o si sigo siendo, lo que se es que la espero.
De pronto un carruaje detiene su meneo, bajan personas pero no la encuentro,
revuelo la zona en espera del reflejo, encuentro su aroma , pero me lo arrebata el viento.
Al fin ha llegado, al fin la encuentro mi tumba yace vacía por dentro,
parece que tanto quería verla de nuevo, que ahora de plumas oscuras se encuentra mi cuerpo.
Lloro sin pausa, lloro despierto, por mas que lo quiero hablarte no puedo,
tan solo graznidos resuenan en mi cuello, malditas campanas que anuncian mi entierro.
Druida
En el dulce silencio me desperté, una brisa traviesa acaricio mi cabeza, que dulce es oh madre el estar en tus entrañas, para luego vivir el día.
En el silencio pongo en orden mis pensamientos, y puedo ver lo que realmente es. La esencia de la vida, su continuo fluir y como se enlazan esas esencias a la madre Tierra.
Su dulce calor cubre mi cuerpo y me viste con la alegría de un amanecer, sus flores y cantos son a mi parecer un dulce néctar que mis labios no se atreven beber.
Presto atención, logro escuchar las voces de los ancestros y como instruyen a los hoy ocupan su lugar. La madre infunde valor a la cría y el joven caza para la jauría.
Como un diamante que grita y pide salir del lugar donde hace años al jugar con sus hermanos, se ocultó del hombre. Así grita mi ser anhelando salir y conocer. Y al conocer poder ser nombrado sabio, poder compartir con los búhos sus ideas y verdades.
Ilustrar en el salón principal de mi mente, con las pinceladas de conocimiento mi propia verdad.
En un instante uno de estos sabios alados, se posa sobre uno de mis hombros y se dirige a un ser que más duerme en sus reflexiones que despierto vive la realidad.
Viendo el búho que ya he vuelto, baja y se posa sobre la roca dura. Se inclina a manera de saludo:
- No, por favor, el que debería inclinarse es este siervo.
- No te pongas en majaderías, replica mi extraño visitante.
- Perdóname, y si es digno de alguien como yo, dime a que debo el honor de tu visita.
- Sígueme y lo descubrirás.
Afuera la lluvia golpeaba con sus puños invisibles la casa que mi madre me ha regalado, el Sol aún duerme, pero yo he sido visitado, no puedo negar la cortesía del caso a mi interlocutor. Aquellos puños, llenos de furia, acariciaban los ríos, y les hacían soltar carcajadas, que más tarde me impedirían seguir mi caminar. Pues con cada risa queda bloqueado el camino de regreso a mi dulce hogar.
El frío me muerde con rabia, como una bestia que trata de saciar su sed con la sangre ya coagulada de su fallecida víctima. Me abrigo con la capa de mi padre y parto detrás del plumífero ser.
Aún no se acostumbran mis ojos a la penumbra y ya el agua se descuelga de mis vestiduras, estoy empapado por completo. Mientras el frío se apodera de mi cuerpo, el búho se apresura, pues pierde le aceite de su plumaje.
- Apresúrate, que no me quiero tener que acomodar mis plumas en la hora del sueño.
- Disculpa la falta de talento de este servidor. Levanto una mano para cubrir mi frente del agua y trato de avanzar en medio de la oscura cortina con que me encierran la lluvia y el viento.
A pesar de las expresiones de reniego, el sabio entre los animales me espera y aguarda. La lluvia es tan fuerte que no me permite seguirlo con la rapidez que quiero, pues al caminar mis pies se atoran en el barro, o bien me resbalo yo y debo apoyarme en mis manos para no caer por completo.
Tanto la lluvia como el barro me impiden avanzar, la pendiente se me hace más difícil, ya que traigo con migo el cansancio y los músculos fríos. Finalmente alcanzo la cima y puedo ver un pequeño círculo conformado por siete pilares. Aquí no cae más la lluvia, aparecen poco a poco entre los pilares visiones.
La primera de ellas es un desierto cubierto de nieve y una figura extraña en el centro. El siguiente muestra la imagen de un pueblo adornado con banderines y cintas de colores, carretones llenos de fruta y muchas personas que parecen experimentar el efecto del alcohol.
Los otros me parecen difusos y antes de concentrarme en ellos, me llama la atención la quinta de las visiones, es más parece que dice mi nombre...